Оценить:
 Рейтинг: 4.6

Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha

<< 1 2 3 4 5 6 7 8 9 >>
На страницу:
4 из 9
Настройки чтения
Размер шрифта
Высота строк
Поля

–La Galatea[36 - La Galatea – первое крупное произведение Сервантеса; вторая часть так и не была опубликована], de Miguel de Cervantes ?dijo el barbero.

–Hace muchos a?os que es gran amigo m?o ese Cervantes ?dijo el cura?. Su libro tiene algo de buena invenciоn; propone algo pero no llega a ninguna conclusiоn: es necesario esperar la segunda parte que promete. Entretanto, guаrdelo usted en su casa.

–Con gusto lo harе ?respondiо el barbero?. Y aqu? vienen tres, todos juntos: La Araucana, La Austr?ada y El Monserrato.

–Todos ellos ?dijo el cura? son los mejores libros de aventuras en verso escritos en lengua castellana, y pueden competir con los mаs famosos de Italia. Hay que guardarlos.

Cap?tulo VII

La segunda salida de don Quijote

Mientras el cura y el barbero discut?an sobre los t?tulos de los libros de caballer?a que deb?an ser quemados, oyeron a don Quijote decir a grandes voces:

–Aqu?, aqu?, valerosos caballeros; aqu? debеis mostrar la fuerza de vuestros valerosos brazos.

El cura y el barbero fueron a ver quе le pasaba. Cuando llegaron, don Quijote ya estaba levantado de la cama y continuaba con sus voces, dando cuchilladas[37 - cuchilladas – удары ножом, кинжалом] a todas partes como si peleara con alguien. Lo agarraron y se lo llevaron de nuevo a la cama. Le dieron de comer y se quedо otra vez dormido.

El cura y el barbero pensaron en tapiar el cuarto donde estaban los libros de caballer?as para que su amigo no los volviera a ver. Le dir?an que un encantador se los hab?a llevado. Y as? se hizo.

Dos d?as despuеs se levantо don Quijote, y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros. Como no hallaba el cuarto, preguntо al ama por еl, y ella, que ya sab?a lo que ten?a que responder, le dijo:

–?Quе cuarto busca vuestra merced? Ya no hay cuarto ni libros en esta casa, porque todo se lo llevо el mismo diablo.

–No era diablo ?dijo la sobrina?, sino un encantador que vino una noche sobre una nube, entrо en el cuarto y no sе lo que hizo dentro, que al poco tiempo saliо volando por el tejado y dejо la casa llena de humo. Cuando se fue, vimos que no hab?a ya ni cuarto ni libros. Y mientras el encantador se iba volando, dec?a en voz alta que hab?a hecho aquel da?o por enemistad secreta con el due?o de aquellos libros y que se llamaba el sabio Mu?atоn.

–Frestоn dir?a ?dijo don Quijote.

–No sе ?respondiо el ama? si se llamaba Frestоn o Fritоn[38 - Frestоn o Fritоn – мудрец Фристон, персонаж рыцарского романа], solamente sе que su nombre acababa en tоn.

–As? es ?dijo don Quijote?, ese es un sabio encantador, gran enemigo m?o, pues sabe que mаs adelante tendrе que pelear con un caballero a quien еl protege y le vencerе sin que еl lo pueda impredir. Por eso intenta hacerme todo el da?o que puede.

–?Y no serа mejor quedarse tranquilo en su casa y no irse por el mundo a buscar aventuras? ?dijo la sobrina?. Mire usted que no siempre se consigue lo que se quiere.

No quisieron las dos insistir mаs, porque vieron que su enfado iba en aumento.

Y as? estuvo don Quijote quince d?as en casa muy tranquilo, sin dar muestras de querer seguir sus primeras locuras.

En ese tiempo fue a ver don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre honrado aunque pobre, pero de muy poca sal en la mollera[39 - de muy poca sal en la mollera – глуповатый, недалёкого ума]. Tanto le dijo y tanto le prometiо, que el hombre decidiо irse con еl y servirle de escudero. Don Quijote le dec?a que pod?a ganar alguna ?nsula[40 - ?nsula – кусочек земли, (устар.) остров] y dejarlo a еl como gobernador. Con estas promesas, Sancho Panza, que as? se llamaba el labrador, dejо a su mujer e hijos y se convirtiо en escudero de su vecino.

Don Quijote ordenо a Sancho que llevara alg?n dinero y, sobre todo, que no olvidara las alforjas[41 - alforja – дорожная сума]. Dijo Sancho que las llevar?a y que pensaba llevar tambiеn un asno muy bueno que ten?a, porque no estaba acostumbrado a andar a pie. Cuando todo estuvo preparado, sin despedirse Sancho de sus hijos y mujer, ni don Quijote de su ama y sobrina, una noche salieron del lugar sin que nadie los viera.

Iba Sancho Panza sobre su asno, con sus alforjas y su bota de vino[42 - bota de vino – бурдюк, мех для вина], con mucho deseo de verse ya gobernador de la ?nsula prometida. As? se lo dijo a su amo:

–Mire, se?or caballero andante, que no se le olvide lo de la ?nsula, que yo la sabrе gobernar aunque sea muy grande.

A esto respondiо don Quijote:

–Has de saber, amigo Sancho Panza, que fue costumbre de los caballeros andantes hacer gobernadores a sus escuderos de las ?nsulas o reinos que iban ganando, y yo pienso seguir esta costumbre. Y bien podr?a ser que antes de seis d?as ganase yo un reino y fueses coronado rey de еl.

–De esa manera ?respondiо Sancho Panza?, si yo fuera rey por alg?n milagro de los que vuestra merced dice, Juana Gutiеrrez, mi mujer, ser?a reina, y mis hijos, infantes.

–Pues ?quiеn lo duda? ?contestо don Quijote.

–Yo lo dudo ?dijo Sancho?, porque no vale mi mujer para reina; condesa serа mejor.

–P?delo t? a Dios ?dijo don Quijote?, que еl le darа lo que le venga mejor.

Cap?tulo VIII

La aventura de los molinos de viento

Iban caminando cuando descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y cuando don Quijote los vio, dijo a su escudero:

–La suerte va guiando nuestras cosas mejor de lo que pensаbamos; porque mira all?, amigo Sancho Panza, donde se ven treinta, o pocos mаs, inmensos gigantes. Pienso pelear con ellos y quitarles a todos las vidas, y con el bot?n[43 - bot?n – (зд.) военные трофеи] que ganemos comenzaremos a enriquecernos.

–?Quе gigantes? ?dijo Sancho Panza.

–Aquellos que all? ves ?respondiо su amo? de los brazos largos, que miden algunos casi dos leguas[44 - legua – лига, старинная мера длины (около 5,5 км)].

–Mire, vuestra merced ?respondiо Sancho?, que aquellos no son gigantes sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas[45 - aspa – крестовина, крыло ветряной мельницы], que se mueven por el viento.

–Bien parece ?respondiо don Quijote? que no estаs enterado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, qu?tate de ah? y reza mientras voy yo a entrar en fiera y desigual batalla.

Y diciendo esto, se lanzо con su caballo Rocinante diciendo:

–No huyаis, cobardes, que un solo caballero os ataca.

Entonces se levantо un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse. Al verlo dijo don Quijote:

–Aunque movаis todos los brazos del mundo me lo vais a pagar[46 - me lo vais a pagar – вам это даром не пройдёт].

Luego, con la lanza en la mano, puso a todo galope a Rocinante y atacо el primer molino que estaba delante. Dio un gran golpe con la lanza en el aspa, pero el viento hizo girar el aspa con tanta fuerza que rompiо la lanza, arrojando lejos al caballo y al caballero, que fue rodando malherido por el campo. Acudiо Sancho a socorrerlo y vio que no se pod?a mover; tal fue el golpe que hab?a recibido.

–?Vаlgame Dios! ?dijo Sancho?. ?No le dije yo a vuestra merced que tuviera cuidado con lo que hac?a, que eran molinos de viento?

–Calla, amigo Sancho ?respondiо don Qiujote?, que las cosas de la guerra cambian continuamente. Mаs a?n, yo pienso que aquel sabio Frestоn que me robо los libros ha convertido estos gigantes en molinos, para quitarme la fama de su derrota. Pero poco podrа su maldad contra la bondad de mi espada.

–Dios quiera que as? sea ?respondiо Sancho Panza.

Le ayudо Sancho a levantarse y a subir sobre Rocinante y siguieron camino.

Despuеs de caminar un buen trecho, Sancho dijo que era hora de comer. Su amo le respondiо que comiera lo que quisiera, que еl no ten?a necesidad. Con su permiso, Sancho se puso cоmodo en su asno e iba caminando y comiendo detrаs de su amo y, de cuando en cuando, empinaba[47 - empinaba la bota – наклонял, прикладывался к бурдюку] la bota con mucho gusto.

La noche la pasaron entre unos аrboles; don Quijote pensando en su se?ora Dulcinea, para hacer lo que hab?a le?do en sus libros, y Sancho Panza durmiendo sin parar.

Cap?tulo IX

La aventura de los frailes y el vizca?no
<< 1 2 3 4 5 6 7 8 9 >>
На страницу:
4 из 9